Para celebrar el matrimonio todos los miembros de la familia están presentes. Los celtas creen en que las personas al casarse abandonan una familia para crear otra. En esta reunión el novio debía fijar un precio simbólico por la novia, el cual se le entregaba a la familia de esta.
El velo es un símbolo del misterio de la feminidad, antes de ponérselo es una doncella y luego uno vez que ya lo tiene puesto se convierte en una diosa. El momento en el que el novio quita el velo a la novia representa un nuevo comienzo, donde la novia vuelve al mundo cambiada.
Los celtas plantean la unión de las manos, este es un ritual que representa la unión entre el hombre y la mujer, la fusión y armonía que esta conlleva. Este consiste en que la pareja junta sus manos derecha e izquierda formando un ocho (el símbolo del infinito) y sus manos son atadas con una cuerda, esto lo realizan mirándose a los ojos todo el tiempo.
Los matrimonios tenían un tiempo de prueba de seis meses a un año para verificar que la relación iba bien, lo cual era pactado al momento de hacer el rito. Las ceremonias eran celebradas en el exterior, por la gran importancia y respecto que le tienen a la naturaleza, así esta podía bendecir la unión. Además los novios portaban unas coronas de flores y hiervas para simbolizar los buenos deseos y el amor.
Luego se rodea a la pareja con un círculo de flores como símbolo de la eternidad, se honraba a los dioses y se les daban ofrendas. Para terminar los padres intercambiaban regalo por la felicidad que conllevaba la unión y la petición de fertilidad para sus hijos.
Para finalizar celebraban un banquete, con bailes de fertilidad para los novios, lo cual podríamos decir que se realiza hasta nuestros días, ya que celebramos el matrimonio lleno de buenos deseos para los recién casados.